Tarde noche histórica la vivida este, sábado 10 de noviembre, en el Santuario de la Hermandad Sacramental de Los Gitanos.

Histórica, por lo que allí se interpretaba, el Réquiem de Mozart, y por quienes la interpretaban. El Coro de la Universidad Hispalense y la Orquesta Sinfónica de Sevilla, gracias a su buen hacer y a la maestría de sus interpretaciones, junto con las voces privilegiadas de los solistas Valentina González (soprano), Eguzki Moreno (alto), Vicente Bujalance (Tenor) y Vicente Montañana (bajo), todos ellos dirigidos por la magistral batuta de José Carlos Carmona, hicieron posible que las naves de un Santuario repleto hasta lo impensable, fuesen tomadas por la espiritualidad y la belleza desbordante de las maravillosas notas del Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart. Un réquiem al que el romanticismo y la leyenda que lo envuelve y que no nos resistimos a contar, lo han hecho el más famoso del mundo.
La leyenda cuenta que un hombre misterioso, completamente vestido de negro, visitó a Wolfgang Amadeus Mozart en su casa de Viena y le pidió componer un Réquiem (una pieza que normalmente se interpreta mientras se canta el texto de la misa por un difunto) para un servicio fúnebre. Nunca le dijo su nombre, tampoco el nombre de la persona para la cual estaba destinada la pieza y le exigió no investigar las razones del encargo.
Mozart aceptó el trabajo, recibió un adelanto y se comprometió a entregarlo en 30 días, pero por esa época –julio de 1791– le pidieron componer una ópera para la coronación de Leopoldo II de Austria como el rey de Bohemia. Al mismo tiempo trabajaba en La flauta mágica (otra ópera), así que aplazó el réquiem, hasta que el hombre misterioso apareció nuevamente y le preguntó por la pieza.
El compositor, muy impresionado por lo que pensó, que era un mensaje del más allá y convencido de que la pieza estaba destinada para su propio funeral, comenzó a trabajar en el Réquiem hacia octubre. Alcanzó a componer las primeras tres secciones, los coros y algunas partes instrumentales, pero un mes después cayó enfermo.
Mientras estaba en cama, le dio instrucciones a su alumno Franz Xaver Süssmayr para continuar la obra, pero nunca alcanzó a ver el producto final. Mozart murió el 5 de diciembre de 1791. Al final, según la leyenda, su pálpito se cumplió: una parte de su Réquiem sonó en una misa celebrada en su honor 10 de Diciembre.
Sea como fuese, el Réquiem, el Kirie el Agnus Dei y todas las partes que componen esta Misa de Réquiem en re menor, K. 626, del genial músico austriaco, conforman una de las mas bellas piezas de la música de todos los tiempos.
Gracias a la predisposición de la Universidad de Sevilla, con su Rector, D. Miguel Ángel Castro a la cabeza; a la ayuda inestimable de hermanos de la Hermandad Sacramental de Los Gitanos, como Pepe Manzano, sin cuya idea original este concierto no se hubiese gestado como tal; y a las personas que ayer abarrotaron el Santuario del Señor de la Salud que pudieron y pudimos, disfrutar de la magia y la espiritualidad de una música que nos sirvió para homenajear a todos los hermanos que hoy ya no nos acompañan,  llenó de gozo los corazones del público presente, e hizo levitar nuestro espíritu hasta casi hacerlo llegar a las mismas puertas del Cielo. Aunque, ya se sabe, para la gente de Los Gitanos, el anticipo del Cielo, es estar a los pies de Nuestro Padre Jesús de

la Salud y cobijados bajo el manto de la belleza maternal de la Virgen de las Angustias.

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