Es tradición antigua y entrañable de nuestra hermandad, que al llegar la festividad del Nacimiento de Jesús, se vista la Santísima Virgen de las Angustias con sus ropas de hebrea. Lleva su juego de saya y manto realizado por Fernando Calderón con sedas italianas y donado por una hermana en 2014.

Este año que termina, con motivo del 75 aniversario del Dogma de la Asunción, se han querido recordar los 4 dogmas de la Santísima Virgen reconocidos por la Iglesia, y por eso se ha entonado su fajín con el color celeste del cielo, que representa tanto la Asunción de la Virgen, como su Inmaculada Concepción. El fajín es de una preciosa tela celeste y blanca, de finales del siglo XIX, con el flecaje realizado con la misma trama e hilos del propio tejido.
El curioso pañuelo es antiguo, de novia, y lleva bordado todo su perímetro con azahares en estilo art nouveau. El azahar es considerado la flor de la virginidad por eso simboliza aquí el Dogma de la Virginidad de María. Ambos, pañuelo y fajín, se estrenan y han sido donados por Francisco Betanzos y Francisco Conde.
Porta también la Virgen en su pecho un azahar de plata realizado a partir de un azahar natural.

Y para representar el Dogma de la Maternidad de Dios, se le ha colocado en su vientre Bendito, el medallón de marfil del siglo XIX que le donó su equipo de priostia en 2019, que representa al Niño Jesús Salvador abrazando al mundo y a la cruz.

Completa el atavío el tocado de tul de seda, su aro de estrellas y el broche antiguo de la estrella de Belén donado por Francisca Romero. Porta el broche de Patrona de los Donantes de Órganos y rosario de marfil del siglo XIX donado por la familia Casablanca que presenta al Niño Jesús dormido en su cruz. La rosa de marfil del pecho que recuerda el villancico «la Virgen lleva una rosa en su divina pechera…» fue donada por Soledad Barba al igual que los preciosos puños antiguos bordados.
Siempre hablamos de la catequesis visual, evangelizar a través de la belleza , de una manera sencilla y simple, en este caso para simbolizar los Dogmas Marianos de la iglesia, como han hecho por ejemplo los villancicos a través de los siglos, desde los más eruditos como los de Sor Juana Inés de la cruz hablando de la Asunción:
«El cielo y la tierra este día
compiten entre los dos,
ella, porque bajó Dios,
y él, porque sube María:
cada cual en su porfía,
no hay modo de que se avengan.
Vengan, vengan, vengan.»
O los más populares de nuestra tierra, como el que pone en boca de Jesús «soy de la Virgen María y del Espíritu Santo» o el que habla del Pastor que se salva del rayo por llevar la reliquia de la Virgen Pura de la Concepción.
La grandeza de lo pequeño, al tararear un simple villancico puede estar uno proclamando al mundo, un misterio de la fe, un dogma mariano de la Santa Madre Iglesia...»Que si, que no, María se llama la Madre de Dios»






