Tras finalizar sus labores de conservación, la Santísima Virgen de las Angustias ha sido repuesta al culto, y como es tradición en nuestra Hermandad desde mediados del siglo pasado, ha sido ataviada de Hebrea con motivo de las fiestas del Nacimiento de Jesús.
Lleva su conjunto de saya color granate y manto azul, donados en 2014 por una hermana anónima y confeccionados por Fernando Calderón con sedas italianas.
El tocado que estrena, es un precioso encaje realizado en Nipis. Tejido sacado de las hojas del Abacá, planta parecida al platanero, que una vez tratado con múltiples procesos manuales, acaba convertido en una tela semitransparente de gran belleza, a la que se le realizan labores de una exquisitez extrema, mayormente por artesanos filipinos, que es de donde procede la magnifica pieza, fechada a finales del siglo XIX y donada a la Santísima Virgen por su equipo de Priostía.
Estrena también un extraordinario pañuelo antiguo del mismo tejido Filipino, donado por Isabel Leo y que es del mismo modo obra del siglo XIX, con una primorosa labor de deshilado y delicadísimos bordados con guirnaldas de jazmines y cuatro palmeras con pintorescas escenas de recolección, dignas de ser expuestas.
Una pieza verdaderamente valiosa y curiosa, cuya adquisición al igual que el tocado, se hace fundamentalmente como testimonio de veneración a la Virgen, pero además con idea de que el ajuar de María Santísima de las Angustias posea piezas de diferentes materiales, técnicas y procedencia, y que esa variedad enriquezca artísticamente el exorno de Nuestra Madre Bendita.
El fajín es de Seda realizado y donado por un hermano en 2014, a semejanza de la cortina del fondo del bellísimo cuadro de la Virgen Gitana de Tiziano.
Lleva el broche de patrona de los Donantes de Órganos, la medalla de la Virgen de los Desamparados como desde que empezó la pandemia y un magnifico rosario de marfil del siglo XIX, donado por la familia Casablanca en 2016 y que representa al Niño Jesús dormido sobre la Cruz, conmovedora metáfora de su Pasión y Muerte.
La rosa de marfil del pecho recuerda el villancico «la Virgen lleva una rosa en su divina pechera…» fue donada por Soledad Barba, al igual que los preciosos puños antiguos bordados.
En su cintura, como Fruto Bendito de su Vientre, lleva el extraordinario medallón del siglo XIX tallado en Marfil y donado en 2019 también por su equipo de Priostía y que representa al Niño Jesús abrazando al mundo y la Cruz , Jesús Salvador del Mundo, y sobre Él a modo de la de oriente, una estrella antigua de plata y pedrería donada por Francisca Romero. Completa el exorno de la Virgen su nimbo de estrellas doradas.