El 3 de junio es una fecha señalada en el calendario de la Hermandad Sacramental de Los Gitanos, pues celebramos el Día Nacional de la Donación de Órganos. Siendo la Virgen de las Angustias la Patrona de los donantes sevillanos lo natural es que la Hermandad que cobija a tan Bendita Señora haga propio ese día.

Y así, el pasado miércoles  se volvió a celebrar dicha fecha. Lleno absoluto bajo la techumbre que cobija al Señor de la Salud para pedir por los donantes y sus familias, los trasplantados, los médicos y profesionales de la sanidad que tanto y tan bien trabajan por aquellos que tienen puesta su esperanza en el ansiado órgano que les devolverá la vida.

La ya tradicional misa comenzaba a las 19:30 horas, y desde las siete de la tarde uno de esos seres que depositan su esperanza en la Virgen de las Angustias y las manos expertas de los profesionales del trasplante, estaba dentro del quirófano debatiéndose entre el ser o no ser, buscando la compatibilidad de un órgano que lleva esperando toda la vida y que, paradojas del destino, podría regalarle el resto de sus días con una calidad a la que muchos de nosotros llamamos normalidad.

detalle paso palioSí, mientras en el Santuario de la Vida se recordaba a la donación como un hecho altruista y solidario, como un acto de amor, nuestro joven amigo Carlos Fraga, Carlitos, estaba siendo intervenido con el fin de que su cuerpo aceptase el órgano ansiado. Carlos ya fue un año el encargado de fundir el cirio «Lágrimas de Vida» cuya llama serpentea cada año entre la candelería de la Virgen de las Angustias. Lo hizo junto a su madre, Rocío, una mujer llena de la misma vida que desde su nacimiento Carlos obtuvo de su amor maternal. Y esa misma llama que ilumina el caminar de la Patrona de los Donantes es la que nos hizo recibir más tarde la llamada del Doctor Pérez Bernal para decirnos que todo había salido bien y que ahora debíamos esperar a ver cómo el cuerpo de Carlos admitía su nuevo órgano.

Sabemos que no será fácil, que los problemas orgánicos de Carlitos son complicados, pero también estamos seguros de su fortaleza y sus ganas de vivir, de su pasión por la vida y el apoyo de los suyos. Por eso, ayer tarde, pedimos, con más fe si cabe que nunca, por Carlitos y su madre. Se lo pedimos al que todo lo puede, al Señor de la Salud, al Dios Moreno, al que resucitó de entre los muertos y nos prometió vida eterna, al hijo de María, la Patrona de los Donantes, la Virgen de las Angustias, a la que todos los domingos del año los hermanos de la Hermandad de Los Gitanos le piden que interceda por los que necesitan un trasplante.

Ayer nuestras oraciones estaban con Carlos Fraga, nuestro joven amigo al que deseamos ver pronto, tan pronto como sea posible, junto a nosotros, dando gracias a Dios por vivir en el lugar del mundo líder en donación de órganos, donde la conciencia solidaria se encuentra regalando vida a través de un órgano aún después de la muerte.

Ser donante es la mayor obra de caridad que podemos realizar, pues estamos donando vida.

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