Este 12 de marzo, el Diario de León, recoge un artículo del Rvdo. Padre D. José Román Flecha, sacerdote de la Diócesis de León y Catedrático de Teología Moral, predicador del Quinario a Nuestro Padre Jesús de la Salud 2021, y del Triduo a María Santísima de las Angustias.

Unas palabras que nos invita a la reflexión sobre los acontecimientos actuales que estamos viviendo con la guerra Rusia-Ucrania. Reproducimos su texto íntegro:

El día 23 de agosto de 1939 se había firmado en Moscú el  Tratado de no Agresión entre Alemania y la Unión Soviética, también conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov.

Entre sus cláusulas secretas estaba el reparto de Polonia entre ambas potencias, así como la incorporación de Finlandia y de las repúblicas bálticas por parte de Rusia.

Ante esa provocación, la noche del jueves 24 de agosto de 1939 el papa Pío XII dirigió
un apremiante radiomensaje “a todo el mundo” sobre el inminente peligro de guerra.

En aquella hora tan grave, deseaba transmitir la voz de Cristo a los gobernantes, a los
hombres de la política, de las armas y de la comunicación y a todos los que tenían autoridad sobre el pensamiento y la acción de sus hermanos y responsabilidad por su suerte.

Percibía el Papa que la tensión de los espíritus era tan fuerte que parecía inminente el
desencadenarse del tremendo torbellino de la guerra. Por eso dirigía una paternal y cálida llamada a los gobernantes y a los pueblos. A todos les recordaba tres datos de la experiencia universal:

  • La justicia se abre camino con la fuerza de la razón, no con la fuerza de las armas.
  • Los imperios que no se fundamentan sobre la justicia no son bendecidos por Dios.
  • La política que se emancipa de la moral traiciona a los mismos que así la quieren.
  • Tras la memoria del pasado, Pío XII atraía la atención del mundo hacia el presente: “El peligro es inminente, pero todavía hay tiempo. Nada se ha perdido con la paz. Todo puede perderse con la guerra”.

Como extrayendo la consecuencia inmediata de aquella amenaza, el Papa sugería unas medidas para asegurar un futuro de paz:

  • “Que vuelvan los hombres a entenderse. Que vuelvan a tratar. Tratando con buena voluntad y con respeto a los recíprocos derechos, se darán cuenta de que a las sinceras y prácticas negociaciones nunca se les cierra un éxito honorable”.
  •  “Se sentirán grandes, con la verdadera grandeza, si, imponiendo silencio a las voces de la pasión, tanto colectiva como privada, y admitiendo el imperio de la razón, ahorran la sangre de los hermanos y la ruina de la patria”.

Aquel Papa con vena de poeta, clamaba aquella noche: “Que nos escuchen los fuertes
para no convertirse en débiles en la injusticia. Que nos escuchen los poderosos, si quieren que su poder no sea destrucción sino sostén para los pueblos y tutela para la tranquilidad en el orden y en el trabajo”.

Lo suplicaba por la sangre de Cristo, sabiéndose apoyado por los rectos de corazón que tenían hambre y sed de justicia. Y pedía oraciones para que la gracia del Señor aplacara las iras, reconciliara los ánimos y adelantara la aurora de un futuro más sereno. Son razones y deseos que han de retornar en cada época de la historia.

José-Román Flecha Andrés

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