Solemnidad de San José, esposo de la bienaventurada Virgen María
EJERCICIO DE QUINARIO A NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD
LECTURAS
Primera lectura: Lectura del libro de Jeremías (7,23-28)
Salmo: Sal. 94,1-2.6-7.8-9
Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (4,13.16-18)
Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor
Reflexiones del Rvdo. Padre D. José Román Flecha, Sacerdote de la Diócesis de León y Catedrático de Teología Moral, quien hubiese Ocupado la Sagrada Cátedra.
Preparación. La piedad cristiana ha sido siempre sorprendida por la discreción de San José. Nos hubiera gustado acercarnos a él, escuchar alguna palabra de este hombre silencioso, conocer de su boca los detalles más amables de la infancia de Jesús. Los evangelios canónicos no ha querido satisfacer esta curiosidad.
Como escribía Daniel Rops, los evangelios “rodean su figura de sombra, de humildad y de silencio: se le adivina, más que se le ve”.
Lectura. El evangelio que se proclama en este día nos presenta a José de Nazaret como un hombre bueno que escucha la palabra de Dios y la cumple.
La aparición de un ángel que le habla mientras duerme nos lo acerca a las figuras de los antiguos patriarcas, que fueron confidentes de las promesas más altas del Altísimo.
Como José, hijo de Jacob y salvador de sus hermanos, también José de Nazaret, descubre en el sueño la misión que Dios le ha reservado. Él habrá de poner al hijo de María el nombre que significa que Dios es salvador.
Meditación. José de Nazaret es el hombre de la escucha y del silencio. Es el creyente que, al cumplir la Ley del Señor, descubre la llegada del tiempo del Espíritu. Es el padre que, al buscar a su hijo perdido, descubre el misterio de la paternidad de Dios.
De José de Nazaret nos deja el evangelio un elogio que puede convertirse en lema para todo creyente: “Hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”. En tiempos de exaltación de la libertad y autonomía del ser humano, es difícil comprender que nuestra dignidad se realiza en la aceptación de un proyecto divino.
José nos recuerda que los caminos de la liberación y de la gracia pasan por la aceptación de la luz que viene del Señor.
Oración. Señor Jesús, al que invocamos como Señor de la Salud, tú te anuncias como nuestro Maestro y nuestro Salvador. Te damos gracias por tu venida, por tu ejemplo y por tu mensaje. Y te aceptamos con la humilde confianza de José de Nazaret, testigo de Dios y atento siempre a su palabra. Amén.
Contemplación. Recordando una hermosa exhortación de san Juan Pablo II, el papa Francisco nos ha invitado a contemplar a José de Nazaret como “custodio del Redentor”. Una contemplación que ha de llevarnos a la acción.
Cada uno de nosotros somos custodios de Cristo y de su mensaje. Somos custodios de la causa de Dios en este tiempo y en este lugar concreto.
Hemos de actuar como custodios responsables de nuestros hermanos y custodios del ambiente, creado por Dios. Y somos custodios de nosotros mismos, para que en nuestra vida se cumpla el proyecto de Dios.
Acción. El ser determina el hacer. Nos preguntamos hoy con qué responsabilidad y generosidad tratamos de llevar a cabo en nuestra vida diaria ese múltiple cuidado que nos ha sido confiado por Dios.
Por la Iglesia, el Papa y sus intensiones. Para que seamos recolectores con Cristo y no desparramemos con nuestro proceder escuchando la voz del Padre. Roguemos al Señor.
Por nuestras hermanos y hermanos catequistas para que su trabajo y esfuerzo se vea recompensado con el amor de sus pupilos y el reconocimiento y respeto de nuestra Hermandad. Para que avancemos en la formación como base de nuestro compromiso. Roguemos al Señor.
Por todos los que sufren enfermedad y los sanitarios que los atienden, especialmente por los que hoy sufren las consecuencias del COVID19 y los que necesitan un trasplante, para que el Señor de la Salud, mediante la intercesión de la Virgen de las Angustias patrona de los donantes de órganos de Sevilla, les conceda la sanación. Roguemos al Señor.
Por los niños que hoy se forman en el seno de nuestra parroquia a través de la catequesis de nuestra Hermandad para recibir por primera vez a Jesús Sacramentado, para que sean simiente de futuro y ellos y sus familias entiendan que el evangelio, acogido y fielmente vivido, les traerá auténtica libertad y alegría. Roguemos al Señor.
Por nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros mayores y todos nuestros conciudadanos, para que sea el amor, la solidaridad, la responsabilidad y la empatía la que nos mueva en nuestra relación siempre, y más si cabe en estos momentos delicados que nos ha tocado vivir. Roguemos al Señor.
Por nosotros los aquí presentes. Porque no olvidemos nunca a los que nos precedieron en la fe, cuidemos su legado y oremos a Dios para que gocen ya de la Comunión de los Santos. Roguemos al Señor.