EJERCICIO DE QUINARIO A NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD

LECTURAS

Primera lectura: Lectura del libro del Deuteronomio (4,1.5-9)

Salmo: Sal 147,12-13.15-16.19-20

Lecturas completas aquí

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

Reflexiones del Rvdo. Padre D. José Román Flecha, Sacerdote de la Diócesis de León y Catedrático de Teología Moral, quien hubiese Ocupado la Sagrada Cátedra.

Preparación. En el itinerario cuaresmal que recorren los catecúmenos tiene una gran importancia la entrega de los mandamientos. Con excesiva frecuencia, los mandamientos han sido entendidos como si fueran imposiciones arbitrarias, que recortarían la libertad humana. Cuando pensamos así, olvidamos los valores positivos que los mandamientos tratan de promover y tutelar. 

Lectura. Según el libro del Deuteronomio, Moisés recuerda a su pueblo que los mandamientos de Dios son la clave de la sabiduría y la base para las leyes justas que los pueblos necesitan.

Situadas en el contexto del Sermón de la Montaña, las palabras que hoy proclama el evangelio nos hablan de Jesús. Él es el nuevo Moisés que ha de guiar al nuevo pueblo de Dios por el camino del bien y de la verdad. Jesús no vino a abolir los valores humanos que los pueblos habían descubierto gracias a su experiencia, a la sabiduría de los mayores y a la voz de los profetas. Jesús pretende que esos valores sean abrazados siempre y por todos, con radicalidad y generosidad. No para que vivamos aplastados por la Ley, sino para que, gracias a ella, toda persona encuentre su dignidad y la sociedad pueda vivir en armonía.

Meditación. El evangelio nos lleva hoy a meditar sobre la majestad de la voluntad de Dios y la grandeza del ser humano, creado a imagen de Dios. Sobre los mandamientos se asienta la dignidad de la persona y la humana convivencia. No se pueden ignorar  impunemente, porque es un error pisotear conscientemente los valores éticos sin caer en la frustración y en la barbarie. No lo vemos tan claro cuando somos nosotros los que decidimos ignorar esos valores humanos. Pero nos resulta muy doloroso pagar las consecuencias cuando los demás violan esos valores a costa nuestra y de nuestros seres más queridos.

Oración. Señor Jesús al que invocamos con el título de Señor de la Salud, tú no has venido a destruir ningún valor humano. Ayúdanos a descubrir los tesoros que encierran y revelan los mandamientos y a vivirlos día a día en plenitud y sinceridad, con el gozo de seguirte por el camino. Amén.

Contemplación. El evangelio según san Mateo coloca a Jesús en una de las colinas que bordean la costa occidental del Lago de Galilea. Aquella breve montaña evoca la del Sinaí. Allí contemplamos hoy a Jesús. Él no ha venido a abolir los mandamientos, sino a revelarnos su último sentido. Faltamos a la justicia, cuando los cumplimos tan sólo en su aspecto negativo, sin tratar de asumir y promover los valores que encierran. Y faltamos a  la verdad cuando los cumplimos sin amor.

Acción. El Concilio Vaticano II nos pide que en cuaresma demos mayor relieve al bautismo y a la penitencia (SC 109). En un clima de humilde oración, iniciamos un serio examen de conciencia, siguiendo la pauta de los mandamientos del decálogo. Ello nos ayudará a una buena celebración del sacramento de la reconciliación.

Oración de los fieles

Por la Iglesia, el Papa y sus intensiones, por nuestra Iglesia Diocesana. Para que seamos una Iglesia mensajera de la vida nueva. Roguemos al Señor Por los jóvenes de la Hermandad Sacramental de Los Gitanos, para que sepan dar plenitud al mandato de Cristo devolviendo en servicio a nuestros hermanos el amor que él nos profesa. Roguemos al Señor.

Por todos los que sufren enfermedad y los sanitarios que los atienden, especialmente por los que hoy sufren las consecuencias del COVID19 y los que necesitan un trasplante, para que el Señor de la Salud, mediante la intercesión de la Virgen de las Angustias patrona de los donantes de órganos de Sevilla, les conceda la sanación. Roguemos al Señor.

Por los servidores público, servicios de policía y ejercito, funcionarios y todos los que sirven a sus conciudadanos en estos momentos difíciles de pandemia. Roguemos al Señor.

Por todos nuestros difuntos. Por los que nos transmitieron el amor y la fe desde la cuna a través de las advocaciones de Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias. Roguemos al Señor.

Por nosotros aquí reunidos para que aprendamos a percibir los mandamientos no como obstáculos a nuestro libre albedrío, sino como guías para la genuina libertad y la fidelidad a Dios. Roguemos al Señor.

 

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