EJERCICIO DE QUINARIO A NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD

LECTURAS

Primera lectura: Lectura de la profecía de Daniel (3,25.34-43) «No nos desampares para siempre».

Salmo: Sal. 24,4-5ab.6.7bc.8-9

Lecturas completas aquí


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (18,21-35):

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”.

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor

Reflexiones del Rvdo. Padre D. José Román Flecha, Sacerdote de la Diócesis de León y Catedrático de Teología Moral, quien hubiese Ocupado la Sagrada Cátedra.

Preparación. La oración de Azarías que se lee en la primera lectura de la misa de hoy es tan conmovedora como profunda: “Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia”.

El orante sabe que en la situación de persecución en la que vive su pueblo, no puede contar con príncipes, ni profetas, ni jefes, ni holocaustos, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso, ni un sitio donde ofrecer a Dios las primicias habituales.

Su pueblo solo puede ofrecer a Dios un corazón contrito y un espíritu humilde. Seguir a Dios y buscar su rostro: eso es lo que pueden ofrecerle, esperando que él acepte esa disposición.

Lectura. En el evangelio de este día se nos recuerda que Pedro se acercó un día a Jesús preguntando cuántas veces tenia que perdonar a quien lo ofendiera. Siete veces ya le parecían demasiadas.

Jesús responde retomando la antigua leyenda de Lámec, aquel bravucón que cantaba: “Caín será vengado siete veces, mas Lámec lo será setenta veces siete” (Gén 4,24). Jesús propone cambiar la venganza por el perdón. Todo un ideal de vida para los seguidores de Jesús. Un programa muy concreto para la Cuaresma.

Meditación. A las primera comunidades cristianas se les decía: “Sobrellevaos mutuamente, y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo” (Col 2,13).

Al reflexionar sobre el perdón que Dios nos concede y el que espera que concedamos a los demás, recordamos una página excelente que nos dejó santa Teresa de Jesús en su Camino de perfección (36,2). A la Santa le parecía admirable que “una cosa tan grave y de tanta importancia como que nos perdone Nuestro Señor nuestras culpas, que merecían fuego eterno, se nos perdone con tan baja cosa como es que perdonemos”.

La misericordia del Señor es infinita. Pero nosotros pensamos que las ofensas que nosotros recibimos son enormes. Nos consideramos demasiado importantes. Por eso, la Santa habla a continuación del peso que damos a la honra. Necesitamos un corazón contrito, como el que valoraba Azarías.

Oración. “Señor Jesús, con fe te invocamos como Señor de la Salud. En este momento de incertidumbre y de temor y suplicamos que tu gracia no nos abandone, para que entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección continua. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas y nos acompañas por el camino. Amén”.

Contemplación. Hoy contemplamos a Jesús escuchando pacientemente a Simón Pedro. La enseñanza de Jesús sobre el perdón queda ilustrada a continuación por la célebre parábola del empleado que no puede pagar una deuda desorbitada. Su señor le perdona generosamente.

Pero él no es capaz de perdonar una cuenta mucho menor que le debe uno de sus compañeros. Ante este relato cabe subrayar la importancia de la oración que pide paciencia. Admiramos la inmensa generosidad de Dios que perdona nuestros pecados y lamentamos nuestro raquitismo, que se muestra incapaz de perdonar una ofensa insignificante.

Así pues, hoy contemplamos la misericordia de Dios y pedimos perdón por imaginarnos un Dios a la medida de nuestros egoísmos.

Acción. En este primer día del Quinario podemos pedir perdón a Dios por nuestros pecados. Además le damos gracias por tantas ocasiones en las que los demás han tenido misericordia de nosotros. Y, finalmente, tratamos de recordar a las personas concretas a las que todavía debemos un perdón generoso y cordial.

Oración de fieles

Por las intenciones del Papa Francisco para que atentos a su magisterio seamos siempre Iglesia en salida. Roguemos al Señor.

Por las mujeres de nuestra hermandad, para que cada día se hagan más visibles en nuestra corporación y en el mundo, y sean respetadas y queridas con la justicia y equidad que les da el hecho de ser hijas de Dios. Roguemos al Señor.

Por todos los que sufren enfermedad y los sanitarios que los atienden, especialmente por los que hoy sufren las consecuencias del COVID19 y los que necesitan un trasplante, para que el Señor de la Salud, mediante la intercesión de la Virgen de las Angustias patrona de los donantes de órganos de Sevilla, les conceda la sanación. Roguemos al Señor.

Por las personas que trabajan en nuestra acción social, para que sea el amor el que las mueva en su idea de servicio y sean capaces de llevar al mundo la idea de que la caridad es la antesala de la justicia. Roguemos al Señor.

Por aquellos que recibieron las aguas del bautismo antes que nosotros y nos enseñaron a amar a Jesucristo en la advocación salvifica de la Salud. Por nuestros difuntos. Roguemos al Señor.

Por todos los aquí reunidos, para que, como hoy nos dice el evangelio, nuestra Hermandad sea punto de encuentro con Cristo y lugar de amor y misericordia para todos nosotros. Roguemos al Señor.

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