Un 4 de mayo de 1997, el por aquel entonces, Papa, Juan Pablo II convertía a Ceferino Giménez Malla, «El Pele», en el primer Beato gitano de la historia de la Iglesia.

Nuestra Hermandad Sacramental de Los Gitanos, unos días después, concretamente el 10 de mayo de 1997, organizó una salida extraordinaria de Nuestro Padre Jesús de la Salud a la Santa Iglesia Catedral de Sevilla donde el Arzobispo Amigo Vallejo ofició una solemne eucaristía en acción de gracias por la Beatificación de Ceferino.

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Ceferino Jiménez Malla nació en Fraga (Huesca) el 26 de agosto de 1861. Su vida fue una constante de defensa de su condición y costumbres gitanas y de su bondad para con todas las personas independientemente de su nacimiento.

Respetado y querido por todos, hombre devoto del Santo Rosario, perteneció a la adoración Nocturna, Jueves Eucarísticos, Conferencias de San Vicente de Paúl y la Orden Tercera Franciscana. Le gustaba dedicarse a la catequesis de los niños, a quienes contaba pasajes de la Biblia y les enseñaba, por igual, las oraciones y el respeto a la naturaleza.

A finales de julio de 1936 fue detenido y condenado a muerte en Barbastro por defender a un sacerdote que era arrastrado por las calles para ser llevado a la cárcel. Sufrió un martirio con el rosario entre sus mano, sin renunciar a su fe católica y gritando ¡Viva Cristo Rey!

El 4 de mayo de 1997, estando en el pontificado de Juan Pablo II, se Beatificó a Ceferino Jiménez Maya, El Pele, convirtiéndose en el primer gitano que beatifica la Iglesia Católica. Con motivo de esta efeméride, el Señor de la Salud, fue trasladado a la Catedral de Sevilla para presidir la misa que como acción de gracias, por tan singular hecho, organizase la Diócesis de Sevilla y la Pastoral Gitana de la ciudad.

El Beato Ceferino supo sembrar concordia y solidaridad entre los suyos, demostrando que la caridad de Cristo no conoce límites de razas ni culturas. Hoy, El Pele, intercede por todos ante el Padre común, y la Iglesia lo propone como modelo a seguir y muestra significativa de la universal vocación a la santidad, especialmente para los gitanos.

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